POEMARIAS
Mariza
Por Alicia García
Mi tristeza revolotea en las empañadas ventanas del souvenir. Latentes. Frívolas.
Así, sin más que un alba que no arde.
Mi tristeza arde en llamas en el frío monasterio en que ya nadie se persigna.
Todos se resignan en sus pasillos.
Pareciera no ser digna.
Ya nadie camina conmigo.
No lo hace ni mi amigo, tampoco lo hace la soledad de marzo que persigo.
Algún día le escribí a esa soledad que guardan las jacarandas,
y nada que han vuelto,
tan solo el tiempo se ha vuelto sempiterno.
Algún día le escribí a mi naturaleza revolucionaria,
y nada que ha vuelto,
solo está estática y agrietada por el recelo.
Algún día me escribí cuánto me quería,
y nada que el querer
quiera abrazarme los pétalos marchitos
que ya nada que habito.
Y hoy, le escribí a la tristeza,
y nada que me llegue algo
que verdaderamente cesa.
Nada agraciado.
Nunca con el ser saciado.

Grieta
Por Samantha Núñez
A veces me duele aquí adentro, siento cómo hay una grieta que punza bajo mis pechos, arde y se me va el aire.
Entonces suspiro profundo, cierro los ojos y contempló la herida hacia dentro.
La confusión va, viene la claridad; se me escapa como luz antes de que me cosa de afuera hacia dentro.
Va, viene, tantas llamadas, mensajes, señales que no ven el fin.
¿Quién oye mis rezos?
¿Por qué no puedo solo existir aquí, frente a mí en el espejo?
¿Por qué no puedo solo ser, sin ser otra, sin fingir ser otra cosa y no esto que en verdad soy?
Esta que soy, que escribe con una dirección, con un solo rumbo.
El camino que no se borra es y permanece ahí, aunque nadie le mire ni haga sombra.

[Ansiedad] Podemos ser juntas
Por Nikthé Valverde Mendoza
Compañera de vida
hoy vengo a confesarme
Te cuento que me le dueles
te cuento, te maldigo
Me matas y revives
no precisas ni una hora
Me haces llorar, me apuñalas
me destrozas, me matas
Te evito con todas ganas
vuelves con fuerza doble
Disfrutas hacerme mal
regresas con excusas sosas
Inocente me atrapas
siempre malvada compañera
Causas angustia, dolor
das miedo, llanto, temblor
Te odio más que al amor
que a la vida misma le tengo
Pero debo vivir contigo
debo aprender a controlarte
Triste, opresora vida
contigo todo es catástrofe
Descansa algún momento
te doy permiso de irte de mí
Vete, déjame vivir en paz
vete, déjame vivir

Hoja caída
Por Alexa Muñoz
Cuando me despidan del árbol,
será porque mi tiempo habrá acabado.
Con la duda latente, me preguntaré
si el final fue precipitado.
Si la hija llamó a la madre,
si el suelo sacudió sus tierras,
si ni las aves regresan
a donde fueron amadas.
Del desprendimiento nace
el espacio que ocupa el viento:
la desgarradura, la fractura natural
en la que se esconde el tiempo.
Tomamos la vida, y la vida misma
nos la regresa en su momento.
Cuando suelte un grito al caer,
habré de adoptar la voz y voto
de las eternas, aceptar que el destino
siempre recogió las pequeñas historias
de un segundo irrepetible,
para formar su inmensidad
Cuando esté en suelo de mis raíces,
cuando bese al viento,
habré comprendido que fui parte
de la vida del árbol.
