«Cada que me veo al espejo siento disforia corporal, porque no veo lo que me gustaría ver y entonces, me da un ataque de ansiedad y empiezo a llorar». Estas fueron las palabras de Kuaker, una mujer trans, cuando se le preguntó sobre su proceso y cómo ha afectado su salud emocional. 

Históricamente, la salud mental ha sido una de las áreas más desatendidas en los sistemas de salud a nivel mundial. En el caso de las mujeres transexuales, el problema es aún más crítico. En México, enfrentan una combinación de factores que las expone a un mayor riesgo de padecer trastornos mentales como la depresión y la ansiedad. La discriminación, violencia, exclusión y las barreras para acceder a servicios de salud adecuados son solo algunos de los elementos que agravan esta situación. 

Para entender el estado de la salud mental de las mujeres trans en México, primero es necesario reconocer los desafíos que enfrentan diariamente. Según un informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la esperanza de vida de las mujeres trans en América Latina es de entre 30 y 35 años, significativamente inferior al promedio general. Este dato refleja la violencia sistemática a la que se ven expuestas, incluidos los crímenes de odio, exclusión laboral y barreras de acceso a derechos fundamentales como la salud, la educación y la justicia.

De acuerdo con un estudio de la organización LetraEse, en los últimos cinco años se han registrado al menos 500 homicidios de personas trans en el país, siendo la mayoría de las víctimas mujeres. Este entorno hostil, cargado de discriminación y violencia, tiene un impacto devastador en la salud mental de las mujeres trans, quienes enfrentan una realidad en la que su identidad de género es motivo de marginación. A nivel institucional y social, muchas veces se les imponen límites para que puedan ser reconocidas plenamente como mujeres.

La depresión y la ansiedad son dos de los trastornos mentales más comunes entre las mujeres trans, con tasas alarmantemente altas. Estos trastornos están estrechamente relacionados con el contexto de exclusión y violencia que anteriormente mencionado.

Por eso, es importante entender qué es la depresión. Se caracteriza por una tristeza persistente, la pérdida de interés en actividades que antes resultaban placenteras, cambios en el apetito, fatiga extrema y pensamientos de inutilidad o suicidio. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), este trastorno afecta a más de 300 millones de personas en todo el mundo. En el caso de las mujeres trans, la depresión suele estar vinculada a la violencia estructural y simbólica que experimentan, así como a la falta de aceptación social y, sobre todo, familiar.

La ansiedad, por otro lado, es una respuesta a la constante preocupación ante diversas situaciones percibidas como amenazantes. Entre los síntomas comunes se encuentran nerviosismo, ataques de pánico, insomnio y tensión muscular. Para muchas mujeres trans, la ansiedad surge de la necesidad de «defender» su identidad, el miedo a ser atacadas en espacios públicos, o el rechazo en ámbitos como el laboral, familiar, de salud o incluso al interactuar con autoridades.

Ambos trastornos no solo afectan el bienestar emocional, sino que también tienen un impacto físico, aumentando el riesgo de enfermedades cardiovasculares y otras complicaciones. En México, los datos sobre la salud mental de la comunidad trans son alarmantes. Un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) reveló que el 75% de las mujeres trans ha experimentado algún tipo de discriminación en los servicios de salud, lo que afecta directamente en su capacidad para buscar ayuda profesional.

Además, la Encuesta sobre Discriminación por Orientación Sexual e Identidad de Género (ENDOSIG), realizada por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), señala que el 63% de las personas trans en México ha sufrido violencia física o psicológica debido a su identidad de género. Este entorno violento tiene un profundo impacto en la salud mental, con más del 80% de las mujeres trans reportando episodios de depresión severa y el 70% experimentando ansiedad crónica.

Uno de los indicadores más preocupantes es la alta tasa de intentos de suicidio. Segun la Asociación Mexicana de Psicología Transgénero, el 40% de las mujeres trans en México ha intentado suicidarse al menos una vez, cifra significativamente mayor que el resto de la población.

A pesar de la gravedad del problema, las mujeres trans enfrentan barreras significativas para acceder a servicios de salud mental. El estigma asociado a los trastornos mentales se combina con la discriminación por identidad de género, lo que genera una doble exclusión. Muchas reportan haber sido maltratadas o ignoradas en centros de salud pública. Incluso cuando logran acceder a atención psicológica o psiquiátrica, se enfrentan a profesionales que no están capacitados para atender sus necesidades específicas desde una perspectiva de género inclusiva.

Además, la terapia de reemplazo hormonal, que es fundamental para muchas mujeres trans en su proceso de afirmación de género, no siempre está disponible, lo que agrava su situación emocional. Para ellas, el acceso a estos tratamientos tiene un impacto directo en su autoestima y salud mental, ya que les permite sentirse más plenas y alineadas con su identidad de género.

La salud mental de las mujeres trans en México requiere atención urgente y especializada. Las políticas públicas deben enfocarse en erradicar la discriminación en el acceso a los servicios de salud y garantizar que las instituciones cuenten con personal capacitado para brindar un acompañamiento psicológico adecuado, respetuoso e inclusivo. Las organizaciones que defienden los derechos de las personas trans han abogado durante años por la creación de protocolos específicos dentro del sistema de salud pública, pero el avance ha sido lento. 

Es crucial adoptar un enfoque multidisciplinario que incluya el acceso a la educación, el empleo digno y la protección frente a la violencia que sufre este sector. La salud mental no puede ser tratada de manera aislada; debe abordarse en el contexto de las múltiples vulnerabilidades a las que están expuestas las mujeres trans.

El bienestar mental de las mujeres trans no es un asunto de minorías, sino como una cuestión de derechos humanos. México enfrenta el reto de crear un entorno donde las mujeres puedan vivir libres de violencia y discriminación, con pleno acceso a los recursos que necesitan para llevar una vida digna y saludable. Es hora de escuchar sus voces, romper el silencio y trabajar en conjunto para construir un mundo donde todas las personas puedan vivir con dignidad y bienestar.