De Karen H. Barrón

Las princesas de Disney han perdurado por generaciones, y todo empieza desde la infancia de las niñas. Es en ese momento cuando se vuelven relevantes las preguntas: ¿Cuál princesa es la favorita?, ¿Cuál es la menos popular?, ¿Qué tipo de objetos o vestidos tienen de acuerdo con su imagen?

Más allá de formar parte de una etapa, las princesas son parte de la creación de identidad de muchas niñas. 

Educarse a través de las películas

Las investigadoras Ma. Eugenia González Alafita, Mariana Villasuso y Tania Rivera, egresadas del Tecnológico de Monterrey,  explican que el proceso de socialización de los bebés e infantes empieza con la observación de su alrededor. Esto incluye todo lo que pueden ver en la televisión, ya sean películas, series o programas. 

Las investigadoras describen este proceso en su artículo: «Las princesas de Disney: lo que aprenden las niñas mexicanas a través de las películas»:

“Los medios tienen un papel muy importante, porque todo el tiempo que los niños conviven con ellos, adquieren valores, comportamientos, actitudes, pensamientos, ideas del mundo, sonidos o imágenes que, a su vez, alteran la forma de percibir su entorno.” 

La investigadora Eugenia González agregó, en una entrevista que concedió a Artistas, No Musas, que: 

«Disney se ha encargado de representar esos mundos de manera atractiva y versátil. Por lo que las niñas, después de ver estas películas, saben identificar las cosas que son bien vistas (buenas) y las que deben evitar (malas) para desarrollarse socialmente”.

Ser una princesa implica…

En su estudio, las investigadoras lograron observar que las niñas entrevistadas tenían una tendencia a querer ser lo más parecidas a sus princesas favoritas. Imitan su vestimenta, sus gustos y su forma de ser. También identifican las labores del hogar como parte fundamental, aunado a la belleza, modales y obediencia.

Es importante destacar que los aspectos que más les llamaban la atención de su princesa favorita, los cuales se repetían más en las respuestas de la indagación de las investigadoras, era su belleza, sus vestidos y su pelo. Sólo a un par de ellas les llamaba más la atención aspectos como la cola de pescado de Ariel o que viviera en el mar. 

Es importante destacar que las respuestas que más se repetían, respecto a las características que les llamaban la atención de su princesa favorita eran: su belleza, sus vestidos y su cabello. Sólo a un par de ellas se veían atraídas por aspectos como la cola de pescado que tiene Ariel, o el hecho de que viviera en el mar. 

Las investigadoras Eugenia, Mariana y Tania concluyeron que:

 “Las niñas se ven identificadas con las princesas, pues estos personajes tienen relación con los papeles femeninos de la cultura occidental en la que están inmersas. Representan valores y características “deseables”, como lo son: la limpieza, la organización, la obediencia, la belleza o la inteligencia”.

Las niñas tienen la última palabra

Podríamos pensar que las niñas no se cuestionan al momento de adoptar estereotipos o comportamientos que se muestran en las películas de princesas. Sin embargo, esto no es verdad. Es cierto que son características que integran su educación, pero es sólo una parte. Ellas son capaces de identificar lo que está desactualizado, lo que les sirve para crecer independientes y lo que no. 

Las pequeñas sí tienen idea de la belleza de las princesas. Lo aprecian y lo reconocen, pero no se comparan con ninguna de ellas”, explica Gonzáles. Así mismo entienden que ser princesa -agrega la investigadora-, les exige saber labores del hogar, pero también entienden que deben ser heroínas: correr, saltar, dar golpes, defenderse, ser inteligentes y salvarse a ellas mismas. 

La investigadora también hizo presente que, a pesar de que las princesas de Disney forman parte de una belleza llena de estereotipos, las niñas no lo ven como algo prioritario: 
Una niña se siente bella y se cree princesa con solo ponerse una corona y unas zapatillas. Insisto en que las pequeñas son muy listas; tal vez quieran reproducir los comportamientos de las princesas, pero están muy conscientes de su propia realidad. Saben lo que es fantasía y lo que es ser ellas mismas”, finalizó la investigadora Eugenia González.