Cuando pensamos en una princesa, visualizamos a una mujer con rasgos finos, de tez blanca, una belleza etérea y una corona. Recordamos a las princesas Disney, quizá a Bella, Cenicienta o Aurora. Pero no pensamos en Pocahontas. Y mucho menos nos imaginamos a una mujer indígena mexicana.

Pero eso es lo que Tamara Youmali Morales Ríos, una joven de 29 años, tenía en mente cuando decidió unirse a una tradición ancestral llamada “La Flor más Bella del Ejido” en el año 2012, cuando tenía sólo 19: descubrir lo que es ser una princesa mexicana en la vida real, confrontar la idea de belleza tradicional y buscar una definición que se ajustara más a su contexto.

Fotografía por: Omar Oscar Durán Pérez

El concurso

La Flor más bella del Ejido es una fiesta que se celebra en la capital mexicana desde tiempos prehispánicos. Empezó por las Xochipanias, pasó por la época colonial con el concurso de “La India Bonita”, y finalmente, llegó a los años del cardenismo, en donde toma el nombre con el que se le conoce en la actualidad.

En palabras de la propia Tamara: “el concurso es historia, es la representación de una mujer mestiza». Esta tradición va más allá de un simple certamen de belleza. Busca celebrar la diversidad cultural existente dentro de la Ciudad de México, exhibiendo bailes, comida típica, artesanías locales y, por supuesto, la variedad de cuerpos que forman parte de nuestra pluralidad mestiza.

La celebración empieza desde enero, mes en el que se publica la convocatoria para ser participante en la Flor más Bella, y se abre la recepción de documentación en las oficinas de la Alcaldía de Xochimilco, lugar en donde se realiza todo el festejo. Cabe destacar que no existe un límite en la aceptación de mujeres participantes, todo depende del número de interesadas en inscribirse.

Posteriormente, en febrero, todas las que se inscribieron pasan por una capacitación de un mes, en donde se les enseña la historia completa de la Flor más Bella del Ejido. Se les muestran las tradiciones y costumbres más relevantes de Xochimilco, así como los elementos más característicos de las 16 alcaldías que conforman la CDMX. Es en ese momento en el que se realiza un sorteo para que cada participante reciba el nombre de una flor, originaria de México y que se cultiva en las chinampas xochimilcas, la cual estará representando durante todo el concurso.

Finalmente, a principios de marzo, realizan diversos ensayos generales de sus discursos, en los que trabajaron desde enero, pues deben de entregar una versión preliminar en la etapa de inscripción, practican el saludo que darán (algunas deciden realizarlo en náhuatl) y, en general, se enfocan en la causa por la cual quieren hablar.

La fiesta de la Flor más Bella del Ejido se celebra en la última semana de marzo. Inicia el penúltimo fin de semana del mes con la presentación de las Flores (como se les conoce a las mujeres participantes) en diferentes lugares emblemáticos de Xochimilco, entre ellos las trajineras. Continúa el miércoles siguiente con la semifinal, en donde las Flores se presentan en la plaza central de Xochimilco frente a su jurado. El viernes, se lleva a cabo la final del concurso,  se vuelve a presentar a las flores, y después las concursantes enuncian sus discursos para el jurado y el público.

Fotografía por: Fotografía artística Laurel

Después de un receso, se seleccionan a las 20 participantes que continuarán en el concurso, quienes vuelven a repetir su discurso. De ahí se seleccionan a 10 finalistas, quienes tendrán que contestar a preguntas de los jueces sobre la historia de las alcaldías, la cultura de ellas, representaciones más simbólicas, qué elementos de cada alcaldía son Patrimonio Cultural de la Humanidad, entre otros temas.

A partir de sus respuestas se eligen a los tres primeros lugares. Quienes no solamente ganan una suma de dinero como premio, sino que serán las encargadas de representar, a lo largo de un año, a Xochimilco, dando discursos en diferentes Estados, representando la causa sobre la que decidieron hablar (que puede ir desde la recuperación ambiental, técnicas agrícolas y de salvaguarda del chinampeo, hasta la pobreza e injusticia social)

Dentro de lo bueno, lo malo: estereotipos machistas del concurso

Si bien la fiesta busca ser incluyente, algunos de sus requerimientos para entrar recuerdan que no todas las mujeres son dignas de realizar participaciones públicas. Solo pueden participar mujeres mayores de edad, que no pasen los 24 años, que estén solteras, no casadas ni con hijos o hijas.

No se trata de un espacio en donde un conjunto de hombres evalúa que tan hermosa considera a una mujer, lo que se califica es “cómo tú te desenvuelves frente al jurado, cómo portas el traje típico, cuál sería tu aportación, tu criterio y coherencia en tú discurso y el respeto que muestras a las tradiciones”. Sin embargo, sí existe una limitante en la concepción colectiva de qué tipo de mujer es digna de ser escuchada y cuál no, pues debe de tener otras prioridades

No puedes decir bella sin ella

«La autenticidad es la verdadera belleza que se busca en la Flor», asegura Tamara al ser cuestionada sobre los criterios que ella considera necesarios para ganar en esta fiesta. “No es el concurso de belleza donde tienes que posar, sino que se ve tu autenticidad como persona”.

Fotografía por: Omar Oscar Durán Pérez

«Hay algunas chicas que se maquillan, pero ese no es el chiste, lo que más importa es mostrarte auténtica, como te sientes cómoda, al natural, mostrando quién eres y de donde vienes», continúa explicando Tamara.

No se puede pronunciar la palabra bella sin ella, es decir, detrás de la apariencia física, siempre existe alguien, un ser con sueños, personalidad, un «ella» qué es mucho más que sus rasgos físicos.

A pesar de las críticas que recibe este concurso, Tamara nos comparte que en él, lo más importante es la diversidad, no hay un estándar que seguir, pues lo que te representa es lo natural que tú eres, cómo percibes a tu cultura. Es una oportunidad de alzar la voz por quienes se dedican al campo, a las artesanías, para que cada una se enorgullezca de sus orígenes.

Recuperar la voz de las mujeres: el verdadero significado de ser princesa

Igual que Ariel, La Sirenita, pierde su voz al tratar ser alguien que no es y la única manera de recuperarla es aceptarse a sí misma; Tamara afirma qué a partir de su participación en la Flor Más Bella del Ejido, pudo darse cuenta de que lo que pensaba importa.

“Participar en La Flor, me permitió representarme a mí misma y representar a una cultura ancestral y que va a seguir perdurando, me dejó ser parte de una historia que nos representa a nivel CDMX.”

Al preguntarle sobre las lecciones de vida que le dejó ser parte del concurso por cuatro años consecutivos (del 2012 al 2015), Tamara aseguró que le permitió aprender a valorar la tradición, a apreciarse como ser humano y como mujer, pues ahí “te enseñan a valerte como mujer, que te representes y te expreses, lo que tú ves, lo que te hace daño, lo que sientes; te ayuda a mejorar como ser humano, a ser auténtica en lo que digas”

Y continuó, afirmando que “como participante, el mensaje principal que me dejaron fue el de ‘tu existencia es muy importante’, me respetaron y me otorgaron dignidad, pues no estábamos allí para ganar una corona, sino para sentirnos escuchadas en cualquier tema”.

Fotografía por: Omar Oscar Durán Pérez

Este crecimiento personal y empoderamiento femenino, no solamente se da a nivel personal, sino que a través de su participación. Tamara se dio cuenta de la relevancia que tenía para otras mujeres, pues se volvió una inspiración en su comunidad, entre familiares y amistades, pero también entre desconocidas.

“A mi se me hacía algo normal porque no veía el impacto de lo que estaba haciendo hasta que terminé mi primer año y empecé a ser reconocida. Eso me impulsó a seguir, sin importar el miedo o las complicaciones de mi vida. Por eso quisiera dejar como mensaje a todas las mujeres, que persistan en sus sueños, nunca los abandonen, y si para ustedes su sueño está entrar a un certamen y levantar la voz por sus tradiciones y culturas, háganlo, persistan y sean completamente auténticas”.