Nikthé Valverde M.

Aunque los prejuicios milenarios continúen privándonos de recibir una educación amplia y sólida, por impedirnos asistir a los centros culturales; aunque las costumbres absurdas sigan apartándonos de la vida activa, confinándonos al hogar, convertido así en cárcel; aunque las leyes injustas nos obliguen a ocupar un lugar secundario en el mundo consciente, las ondas redentoras, portadoras del alimento espiritual, llegarán de hoy en adelante hasta nosotras

Teresa Escoriaza: Radio Ibérica, 22 de mayo de 1924

Desde la aparición de los medios masivos de comunicación: la radio, la televisión y la prensa, la presencia de mujeres ha sido mucho menor. A pesar de la lucha feminista para lograr tener espacios y voz en los “lugares de los hombres”, a muchas mujeres se nos sigue negando el uso del espacio público que la TV y el radio representan.

En la década de 1940, durante el periodo de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y Europa occidental estaban en manos de las mujeres. Eran amas de casa, comenzaron a trabajar y a ocupar espacios no privados, salieron de sus hogares, pues. Sin embargo, en los años 50s, este “avance” desapareció, pues los hombres dejaron de estar ocupados en la guerra.

Los primeros pasos

Cuando el género femenino logró tener lugar en el ámbito público, no les dieron espacio en los temas importantes, pues los programas de radio que ellas conducían y de los que estaban a cargo, se trataban de consejos para ser mejor ama de casa, para portarse como una señorita, para satisfacer a sus esposos.

Lo anterior no significa que sea malo, se estaban ganando los espacios y es un logro que se debe reconocer de las mujeres que abrieron el camino. No podríamos, por ejemplo, exigir que ahora nos muestre tal cual somos, con las problemáticas que nos atraviesan, sin las que se atrevieron a dar consejos de belleza a todas sus radioescuchas en ese entonces.

Para la década de 1960, comenzaron a abrirse oportunidades en la Televisión. Sin embargo, las posiciones no eran nada relevantes: presentadoras del clima, acompañantes de los hombres, comerciales de belleza, de productos de limpieza del hogar, etc. El único papel que teníamos ante el público era ser bonitas y atender la casa.

En ningún país del mundo, al menos durante la última mitad del Siglo XX, se trataban temas en los medios de comunicación que fueran, realmente, importantes para la vida digna de las mujeres. No se hablaba de violencia doméstica, de justicia, de derechos sexuales y reproductivos, de menopausia, menstruación, cambios hormonales, embarazos no deseados…

Siglo XXI, una esperanza no cumplida

En los noventas y dosmiles las cosas comenzaron a cambiar y las mujeres empezaron a hablar de feminismo en revistas, televisión y, sobre todo, la radio. De repente, había columnistas, lideresas de opinión, analistas deportivas y políticas, presentadoras de noticias estelares y locutoras de sus propios programas en la FM y AM.

El patriarcado, la salud sexual, la menstruación, los métodos anticonceptivos y la igualdad de salarios comenzaron a sonar en los medios masivos de comunicación. Esto significó un impacto en la sociedad, un escándalo, algo no previsto, y mucho menos aceptado. Pero a ellas no les importó, continuaron.

En México, por ejemplo, los primeros programas radiofónicos y televisivos de mujeres, fueron: Foro de la Mujer en Radio UNAM; Barra de Mujeres en Canal 13; y la Causa de las Mujeres en Radio Educación.

El espacio público es nuestro

Las mujeres merecemos salir de la esfera privada, lo estamos haciendo y tratamos de lograrlo. Nuestros mayores esfuerzos están rindiendo frutos, poco a poco se han ganado papeles protagónicos en las series de televisión, hay protagonistas que ya nos muestran la vida cotidiana de algunas: neurodivergencias, enfermedades mentales, síndrome de ovario poliquístico, menopausia, aborto, embarazo, maternidad, trabajo, discriminación, violencia doméstica, violencia feminicida, violencia psicólogica, todas las situaciones que nos atraviesan al ser mujeres y personas gestantes.

Es hora de que el mundo vea que no tenemos que ser trabajadoras del hogar por amor, que no tenemos que trabajar para “superarnos”, que casarse está bien, que no somos las únicas responsables de cuidar y educar a nuestros hijos e hijas. Es tiempo de que todas las personas sepan que las mujeres también queremos diferentes cosas en la vida, que todos nuestros proyectos son válidos, que nuestra forma de vivir es totalmente diversa.

(Este texto no está dirigido a las disidencias sexogenericas, porque ello implicaría otro tipo de investigación, escritura y enfoque para que tengan su espacio digno).