“Todo aquello que el hombre ignora, no existe para él. Por eso el universo de cada uno se reduce al tamaño de su saber”, dicha por el físico Albert Einstein, es la frase con la que Alin inició su discurso para el certamen número 235 de La flor más bella del ejido, una tradición de más de doscientos años que persiste hasta nuestros días; reflejo de una cultura que se resiste al paso del tiempo.

Alin Itanlivy Camacho Yáñez, originaria de Xochimilco, obtuvo el segundo lugar durante el certamen pos-pandemia en 2022, un hecho que marcó su vida de forma única. “Fue un sueño cumplido definitivamente porque era algo que quería, que yo esperaba cuando era más pequeña. Era algo que yo deseaba, ¿no? Entonces, fue un sueño cumplido”.

Para Alin, ser flor fue motivo de orgullo tanto para su familia como para ella misma. Como bien lo mencionó: un sueño cumplido, pero ¿qué es La flor más bella del ejido?

FOTO: Dayana R. Sedano

Historia y origen

El certamen tiene sus antecedentes en la época en la que gobernó Atlahuicatl, tercer señor de los xochimilcas, donde se estableció el culto a Xochiquetzal, Diosa de las flores, patrona de las labores domésticas y personificación de la belleza; y a Xochipilli, Príncipe de las flores. Años más tarde, durante la Colonia, el proceso de hibridación y mestizaje dio origen al desfile de flores-mujer donde se mezclaron ambas celebraciones con el Viernes de Dolores.

Alin menciona que la fiesta en un principio sí tenía un sentido más estético, una premiación que reconocía a la mujer más bonita, a la más ostentosa, a quién tenía más dinero ya que podían usar todo lo que quisieran y generalmente usaban atuendos muy extravagantes, porque claro, las únicas que competían eran las hijas de los ejidatarios.

Previo a establecerse dicha celebración, en 1921 El Universal convocó al concurso de belleza “La India Bonita”, para celebrar el centenario de la consumación de la Independencia, cuyo objetivo era enaltecer la belleza de la mujer indígena en México. María Bibiana Uribe fue la primera mujer indígena en ser galardonada con este reconocimiento.

Tanto las Xochipanias –ofrendas dirigidas a Xochiquetzal y a Xochipilli–, el Viernes de Dolores y La India Bonita fueron clave para que en 1936, durante la presidencia de Lázaro Cárdenas, se creara “La Flor más bella del ejido”, un concurso dirigido a enaltecer la belleza mestiza que habita en la zona ejidal del Distrito Federal, hoy Ciudad de México.

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El campo de flores

El certamen ha tenido diversos cambios a lo largo de la historia, los más notables que menciona Alin son, primero, la integración de sub-concursos como La florecita de la chinampa, El capullo primavera y La flor adulta mayor.

“Han surgido a raíz justo de esta celebración, pero tienen esta mentalidad de poder incluir, por ejemplo, a las más pequeñas en cada uno de los certámenes y también incluir a las mujeres adultas porque muchas de las que participan en La flor adulta mayor llegaron a participar en los certámenes de La flor más bella del ejido cuando eran jóvenes”.

“Entonces es como regresar a lo que ya conocieron, pero desde otra perspectiva y desde una visión más compleja de lo que fue ser flor y de lo que es Xochimilco. Y muchas de las niñas van con esa emoción y con el afán de empezar ahí, pero queriendo convertirse, en un futuro, en la flor más bella”.

Xochimilco, campo de flores en náhuatl, es una región lacustre caracterizada por sus canales pluviales, chinampas, fiestas y tradiciones. Por su aportación cultural fue declarado el 11 de diciembre de 1987 Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco.

El impacto y relevancia histórica-cultural que tiene Xochimilco se ve reflejado en sus tradiciones y costumbres, en sus mitos y leyendas, en su gastronomía, sus paisajes y su flora. Aquí entra el segundo cambio relevante que menciona Alin.

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A cada participante se le asigna el nombre de una flor a la cual van a representar. La asignación se hace totalmente al azar y con la flor que les toque serán identificadas durante todo el certamen. Y es un cambio ya que anteriormente se asignaban números para identificar a las concursantes.

“Esa parte igual es más espiritual, porque, pues es representativo de Xochimilco, es de lo que se sembraba aquí en las chinampas y que aún se siembra. Es como el lado romántico de la historia, pero realmente es como para identificar más fácil a las chicas”.

Alin recuerda que en su año ella esperaba que su bisabuela, quien falleció a los 101 años, escogiera su nombre de flor. “Yo cuando decidí participar busqué mucha inspiración en mi bisabuelita. Siempre la tuve en mente como una especie de inspiración por lo que representaba ser una mujer, me afianzaba ella y decía «Mi abuelita va a elegir el nombre de mi flor»».

Llegó el gran día. Alin tomó el sobre que le ofreció otra de las concursantes, una compañera porque el hecho de que sea un concurso no significa que deba haber competencia o rivalidad entre las participantes, porque la celebración trasciende la palabra concurso y se convierte en hermandad. Así que Alin tomó el sobre, lo abrió y leyó: flor de nube.

“Llegué a mi casa y me preguntaron «Oye, ¿qué nombre de flor te tocó?» Y yo dije «Flor de nube.» Y mi abuelita dijo «Ay, el abuelito José, –que es mi bisabuelito–, plantaba flor de nube.» Y yo dije «Ay, sí, definitivamente eligió mi nombre». Entonces siento que le agregas un significado más personal, alguien más puede elegir mi nombre y que mejor que mi bisabuelita que me va a dar todo el apoyo”.

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La flor y sus responsabilidades

Convertirse en La flor más bella del ejido trae consigo una enorme responsabilidad y compromiso, pero previamente implica tener una capacitación pues, al ganar, los tres primeros lugares se convertirán en embajadoras culturales por un año.

Las capacitaciones, explica Alin, van enfocadas a una especie de educación sobre lo que es Xochimilco y lo que es la cultura en general en México: indumentaria, gastronomía, especies endémicas, costumbres, tradiciones. Esto para que, en caso de ganar, puedan llevar a cabo las funciones que como embajadoras deben realizar: promover, esencialmente, la cultura y el amor a todo lo que las festividades de Xochimilco representan.

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De Xochimilco para el mundo

En cada edición, el certamen cuenta con presencia internacional y un país invitado con el cual se realizará básicamente un intercambio cultural.  

“No solo vas a la fiesta de la flor a probar cosas de Xochimilco o de México, de los productores y artesanos, sino también vas a conocer este lado del país invitado que trajo su cultura, que muchas veces también traen bailes, música tradicional y realizan distintos eventos como englobando lo que representa su cultura”.

Para este año, el certamen tuvo la presencia de Nicaragua, Cuba y Rusia; pero sin duda los reflectores se los llevó el país invitado: Palestina.

Durante la ceremonia de inauguración la embajadora de Palestina, Nadya Rasheed, tomó el micrófono y dijo lo siguiente: 

“Agradezco esta invitación y este abrazo solidario de nuestra amiga, la alcaldesa Circe Camacho, por hacerme parte de tan importante y ancestral tradición”. 

Yo como palestina me siento identificada con la preservación de la cultura que nos armoniza y nos comunica.

Amigos, amigas, hermanos, hermanas, Palestina está pasando una vez más por los abusos de poder de extremo a extremo, por parte de la opresión. Pero nosotros como ustedes renacemos siempre en nuestra herencia bajo el mismo cielo. Gracias infinitas por ser un pueblo hermano. ¡Viva México, lindo y querido!”

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Tradición viva

La flor más bella del ejido representa más que un certamen que reconoce la belleza femenina. Esta tradición es reflejo de una cultura que si bien ha resistido al paso del tiempo, también se mantiene ante la incertidumbre de si seguirá siendo lo que es.  El mundo actual se maravilla ante las innovaciones tecnológicas, se rige por la inmediatez y superficialidad de las cosas, pero deja de lado el pasado, la historia, todo aquello que nos hace ser lo que somos.

“Yo quería que la gente pudiera dimensionar lo que era un mundo actual, moderno, tan tan industrializado, tan tecnológico que nos aparta de lo que son nuestras raíces”.

La preservación cultural es algo que preocupa a Alin y algo que no debemos dejar de lado. Por eso, en su discurso para el certamen número 235, dijo:

“La cultura e identidad de nuestros pueblos no viene solo en un sentido del pasado, o en el aspecto único de lo que un día fue, la cultura es y siempre será parte de cada mexicano que camine por las calles de cualquier parte del mundo.

[…] y no se trata de un simple anhelo nostálgico por un tiempo pasado que ya no es, pues cuando se pierde la tradición, la indumentaria y las lenguas originarias, se pierde la cultura y cuando esta se pierde, también la identidad”.