Drum Camp: Cuando la batería se volvió voz
Nunca había estado en un lugar así, de esa magnitud, de esa relevancia, pero que, a pesar de ser un sitio totalmente ajeno, yo me sentí como en casa. La familiaridad que experimenté en cuanto entré a la sala del Espacio Cultural San Lázaro de la Cámara de Diputados se debió a tres sencillas razones: amigos, pasión y batería.
Los primeros golpes resonaron al unísono en toda la sala. Ocho baterías, nueve canciones y veinticinco corazones latiendo como uno, al ritmo de cada golpe. Así fue como concluía el Drum Camp de ELLA SUENA, la tarde del 25 de agosto del 2025.

Parte del escenario de ELLA SUENA en la Cámara de Diputados | Foto: Dayana R. Sedano
Algunas horas antes sentía un ligero malestar, los nervios que siempre llegan a pesar de tener previa experiencia en eventos en vivo. Aunque creo que lo distinto acá fue que: en primera, no había tenido tiempo suficiente para aprenderme al cien las dos canciones que iba a tocar; y en segunda, nunca había compartido escenario con veinticuatro bateristas, siete de ellas tocando al mismo tiempo que yo, y eso es lo que más nervios (y emoción) me daba.
Fue complicado llegar. San Lázaro puede resultar bastante confuso cuando no se está acostumbrada a él. La cita era a las 13:00 hrs., pero se pedía llegar a las bateristas al menos una hora antes, para montar tanto baterías como equipo de sonido. Yo no pude, mi compromiso con la escuela ganó así que llegué 15 minutos antes de dar inicio.
El soundcheck fue breve, tan solo el primer verso de una de las canciones y después de eso asistentes y bateristas a sus lugares, palabras de presentación por parte de la Cámara y, finalmente, Cintia Concia, presidenta de ELLA SUENA tomó el micrófono para dirigir el evento final del Drum Camp 2025.
Por grupos, las bateristas fueron llamadas al escenario para dar muestra de sus habilidades y amor por tan maravilloso instrumento. Pronto, la Cámara de Diputados se inundó de golpes, tamborazos, platillazos, risas y aplausos. Entre canciones, las bateristas se presentaban: nombre y lugar de origen. Hubo participantes de Ciudad de México —principalmente—, pero también de Michoacán, Querétaro, Hidalgo, Nuevo León, Veracruz, Guatemala y Argentina.
Y a todo esto, ¿qué tiene de importante que un grupo de bateristas se presente en un recinto tan relevante como la Cámara de Diputados, la “máxima tribuna de la Nación Méxicana”?
Por una simple razón: aún existe una brecha marcadisima de género en la música, y más en la batería. Los datos proporcionados durante el evento por parte del equipo de ELLA SUENA, arrojan que hay una presencia de menos del 17% de las mujeres en toda la industria musical. Y esto no solo se refiere a instrumentistas, sino también a productoras, managers, ingenieras de audio… y la lista sigue.
Allí radica la importancia de estos eventos cuyo objetivo es visibilizar y reconocer la participación de las mujeres en el universo musical. Movimientos como ELLA SUENA –o el reciente Segundo Encuentro de Mujeres Bateristas en Gato Calavera– contribuyen a esta lucha por el reconocimiento que se nos ha negado desde hace muchos años.
Yo, personalmente, lo he vivido. En los poco más de siete años que tengo con el instrumento he notado que es muy raro ver a una mujer dentro de alguna banda, y más raro aún ver a una mujer baterista. Por eso, participar en el Drum Camp –al menos en el último día–, fue algo que me llenó de orgullo y esperanza porque es prueba de que nosotras también podemos. Ocupar estos espacios es un paso importante para que nuestra voz y nuestros golpes en la batería no se queden ahí, en el aire. Esto es el comienzo de algo mucho más grande, un movimiento del que, orgullosamente, formaré parte.

Las bateristas que hicieron ruido el 25 de agosto | Foto: Antonio Peza