X: ¿Para qué creen que los van a adoptar?
Niños y niñas: Para que nos puedan dar otra oportunidad.

4to Encuentro de Familias Adoptivas.

En la actualidad, existen múltiples debates acerca de la familia y la aparente disminución del deseo de tener hijos o hijas de manera biológica, principalmente por parte de las mujeres. Sin embargo, parece ser que el debate es mucho más profundo. 

Vivimos inmersas/os en un sistema adultocéntrico, es decir, centrado en los deseos y las necesidades de las personas adultas que ignora una de las mayores violaciones de los derechos de los niños, niñas y adolescentes, el de vivir en familia. El no contar con un hogar propio ha obligado a miles de infancias a convertirse, a una edad muy temprana, en adultos y adultas pequeños/as.

La solución a un problema que no debería de existir

En diciembre del 2014, a través de la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, por primera vez en la historia de México, se les reconoció como seres titulares de derechos, esto es, con necesidades que deben de garantizarse y cumplirse.

Como parte de esos derechos, está legislado en la ley antes mencionada que todas las infancias tienen derecho a vivir en familia y que, en el caso de desamparo familiar, solo bajo la orden de un juez, pasarán al resguardo del Estado con el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) y las Procuradurías de Protección, quienes decidirán en donde residirá la niña o niño en ese momento.

Allí es donde surge la posibilidad de ser adoptadas/os, una medida creada para asegurar el derecho de las infancias a vivir en familia, permitiendo que su identidad y sentido de pertenencia se desarrollen de la mejor manera.

“La adopción es la solución a un problema que no debería existir”, asegura Karen N, ponente en el primer día del 4to Encuentro de familias adoptivas, un evento organizado por la Fundación UNNIDO. Esta asociación se encarga de garantizar el derecho de la niñez a vivir en familia a través de programas de reintegración familiar, adopción y acogimiento familiar.

En la actualidad, existen un millón de niños y niñas que han quedado fuera del cuidado de sus padres y/o madres y alrededor de 30 mil viven en orfanatos y albergues de todo el país, conforme a datos de la Senaduría del PAN en 2022. De acuerdo con la UNICEF, las principales causas de que las infancias terminen en adopción son la violencia intrafamiliar y de género, la desnutrición, la pobreza, la explotación sexual comercial, el narcotráfico, el consumo de drogas, la migración, entre otros. 

Frente a este panorama, miles de infancias se enfrentan a la institucionalización, con la esperanza de que alguien llegue a su vida para adoptarles.

Afectaciones a la psique infantil: el trauma del desarrollo o aprendiendo a ser adulta/o desde chiquita/o

Ser una infancia en un mundo adultocentrista no es fácil. Muchas veces, niñas, niños y adolescentes deben ocultar sus sentires para hacer felices a las personas adultas que les rodean, y así sentirse queridas/os. Porque, como muchas niñas, niños y adolescentes reconocen, a nadie le gustan las infancias tristes. 

Por ejemplo, en el caso de los hijos de Erika N, la primera ponente, cuando se les preguntó  por qué iban a ser adoptados, ellos contestaron: “para tener una segunda oportunidad”. Para ellos, el abuso por el que pasaron y que les obligó a pasar por el desamparo familiar fue culpa suya, porque no fueron lo suficientemente “buenos” para sus familias de origen.  Por eso sienten que necesitan ser mejores en esta nueva oportunidad que se les da.

Las infancias que han pasado por el abandono o han sido víctimas de violencia familiar han desarrollado una hipersensibilidad que les permite identificar detonadores emocionales para sobrevivir. Esta hipersensibilidad les facilita percibir las emociones de sus madres y padres adoptivas/os y les orilla a actuar de acuerdo con lo que consideran necesario para que les acepten y/o quieran y no volver a estar solas/os. Al final del día, la adopción es su segunda oportunidad de tener una familia para estas infancias.

De acuerdo con una encuesta realizada por la organización Parents Institute a 117 personas adoptadas entre sus 7 y sus 18 años, presentada durante el 4to Encuentro de familias adoptivas de UNNIDO, el 82.1% de las hijas e hijos adoptivas/os prefieren no hablar ni preguntar sobre sus familias de origen. Cuando se les preguntó por qué, el 40% de ellos respondió que percibían que incomodaban a sus padres o madres adoptivas.

Estos datos reflejan lo mencionado anteriormente sobre la necesidad de las infancias de satisfacer a su familia adoptiva, olvidándose de sus necesidades emocionales, su derecho a conocer su historia y a tener un duelo por lo que perdieron. Todo ello con el fin de cumplir con las expectativas que creen que su familia adoptiva tiene de ellas/os, volviéndose así adultos y adultas pequeños/as, aprendiendo a regularse y a cuidar de las emociones de quienes les rodean antes que las propias.

“Debemos recordar que la adopción es un derecho de las infancias, y no de la madre o el  padre. El padre o madre solo tiene el deseo, no es su derecho tener un hijo o hija, pero si es el derecho del hijo o hija tener una familia amorosa” mencionó Rebeca N, una de las ponentes del encuentro al hablar de su travesía como madre adoptiva.

El crecimiento de las infancias en un contexto no ideal genera lo que se conoce como trauma del desarrollo, un fenómeno psicológico que afecta la configuración cerebral. Este trauma puede provocar que la zona cerebral responsable de la capacidad lógica-racional,  llamada neocortex, disminuya en comparación con una infancia que creció en mejores circunstancias. Por el contrario, el sistema límbico, encargado de la supervivencia y las reacciones instantáneas frente ciertos estímulos, se desarrolla de manera más amplia, pues durante el tiempo con su familia de origen, la separación y el proceso de adopción tuvieron que aprender a sobrevivir.

El proceso de reconfiguración cerebral del trauma es largo y complejo, y requiere de una atención centrada en las necesidades de la infancia: no se debe ignorar su pasado, sino estar al pendiente de su curiosidad por su vida antes de llegar a la adopción, para así sanar traumas y heridas.

Resignificando la maternidad/paternidad

Para la mayoría de las y los ponentes, cambiar el enfoque desde el que se ve la adopción es una de las principales estrategias para su normalización. Hay un estigma alrededor de la adopción que impide a las personas expresar las complicaciones con las que se encuentran en el periodo de adaptación de su hija o hijo. 

De acuerdo con Rebeca N: “La adopción no tiene nada que ver con las buenas causas. Ser mamá o papá es para toda la vida”, por ello se deben cuestionar a profundidad las razones que se tienen para adoptar (o cuando se busca cualquier tipo de paternidad o maternidad). Sentirse sola/o, querer tener a alguien quien les cuide en la vejez, retener a una pareja o cumplir con las expectativas sociales no es suficiente para buscar criar a una infancia. 

Un cambio es necesario: pensar en las infancias como seres en crecimiento, pero que tienen agencia, necesidades, derechos, que son sumamente perceptivas, y que necesitan de una guía comprensiva, puede hacer la diferencia, no solo para aquellas infancias en situación de abandono o violencia, sino para una mejor dinámica social con toda la niñez.