La doble jornada no es una historia que nos contamos para sentirnos más valiosas en el sistema capitalista. En realidad, constituye un mecanismo del sistema que nos oprime y que transforma la inserción en el campo laboral en un martirio. Siempre se ha invisibilizado el trabajo no remunerado o doméstico, a pesar de ser responsable del 26.6% del PIB en México, siendo fundamental para la sustentación de la vida. Pero, ¿la vida de quién sostiene? Porque la de nosotras no.

En un estudio realizado por Lucia Daniela Saavedra, se constató que la doble jornada empeora las condiciones de vida de las mujeres. No solo porque reproduce el discurso de que existimos para tener el papel de cuidadoras, sino también porque nos lo tomamos en serio y cuidamos únicamente de las, les y los demás. Hasta descuidar nuestro propio bienestar.

¿Cómo actúa la doble jornada?

“Desde la perspectiva de la Economía Feminista, se establece que estos (los trabajos de cuidados) garantizan el mantenimiento de las actividades productivas, en este caso del capitalismo, puesto que desde la esfera de lo privado (familia) permiten la reproducción de la fuerza de trabajo, la cual se convertirá en la base del sistema económico”, argumenta Ximena Rogel Guerra en su artículo “La doble jornada laboral: patriarcado y la feminización de los trabajos de cuidado”.

La doble jornada, que surge de la feminización del trabajo doméstico, es la forma en la que el sistema capitalista sigue teniendo mano de obra y es desde donde se sustenta todo el orden social que conocemos. Cuando los espacios de trabajo remunerado empezaron a abrir las puertas a las mujeres, los trabajos de cuidados no cesaron. Así fue como comenzó la segunda jornada y se ha implantado con normalidad.

El discurso que las mujeres aprendemos en la segunda jornada va dirigido a comprender los trabajos de cuidado como nuestra responsabilidad, cuando estos deberían ser repartidos entre todas las personas adultas de un hogar.

Segunda jornada vs el amor propio

No nos damos cuenta hasta qué punto nos importa más seguir ejerciendo los trabajos de cuidado que nuestra propia integridad. ¿No es enloquecedor llegar a casa del trabajo para seguir trabajando, para cuidar a otros, otras y otres? ¿No es desgastante continuar teniendo dos trabajos sin que ni siquiera ser conscientes de ello?

Durante la investigación realizada por Saavedra, entrevistó a cinco mujeres que, además de tener una jornada de trabajo remunerado, ejercían labores en el hogar. A través de sus testimonios,se constató que la segunda jornada impide que las mujeres podamos desarrollar el autocuidado.

El autocuidado, entendido como un proceso en el priorizas tu bienestar mientras tomas decisiones que contribuyen a tu salud, autoestima y afectividad, no se trata de una serie de acciones mecánicas. Como describe Saavedra, se trata de un estilo de vida en el que la prioridad siempre serás tú.

En este sentido, la doble jornada establece “una relación particular con el cuerpo, considerado como una ‘máquina’ que debe estar siempre funcionando para los y las demás integrantes del hogar”, explica la experta en su investigación. Las mujeres dejamos de reconocernos como personas y comenzamos a dar por sentado que así es como debe ser, que para eso nacimos, para sacrificarnos por las, los y les demás.