Abusos e Infancias
En estas fechas decembrinas, todas queremos relajarnos, hablar de lo lindo que es cenar en familia, saber si cumplimos algunos sueños que teníamos pensados, compartir desde la gratitud, sin embargo, no podemos irnos sin dejar de hablar de temas difíciles, pero que tienen que salir del clóset para poder erradicarlos de manera definitiva
.En México, tan solo en 2023, se reportaron al menos 14 mil casos de abuso sexual infantil, según datos de UNICEF; donde el 90% de las víctimas son niñas y adolescentes, y aproximadamente el 60% de las agresiones vienen de familiares directos, cifras que, se calcula, son mayores tomando en cuenta que muchos abusos no son denunciados.
Es lamentable que en México se tengan índices tan altos, eso sin tocar el tema de ser uno de los países destino para la trata y explotación sexual de infancias, tema igual de vergonzoso y grave.
Pero no solo hay que decir cifras, hay que encontrar soluciones para prevenir, al menos desde nuestros hogares, la violencia sexual. ¿Cómo? Según las recomendaciones de varias organizaciones, incluida GIRE y el Sistema Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes, prevenir el abuso sexual infantil requiere un enfoque integral que combina educación, comunicación y medidas institucionales.
Algunas prácticas que podemos hacer desde nuestro hogar son: educar a nuestras niñas y niños sobre límites corporales; enseñarles que tienen control sobre su cuerpo, que no están obligadas u obligados ni siquiera a saludar de beso o con abrazos si su cuerpo no se siente cómodo para hacerlo; decirles que pueden decir “NO” cuando algo les incomode o sientan peligro; enseñarles a establecer límites claros como la «regla de la ropa interior», en la que nadie debe tocarles las partes íntimas que están cubiertas por la ropa.
Hay que platicar con ellas y ellos, escucharles activamente y saber qué están viviendo; generar confianza para hablar sobre sus secretos, que sepan que hay una red de apoyo con quien pueden abrirse y decir aquello que les incomode, aqueje o perturbe.
Tener una supervisión activa también es importante. Implica conocer a las amistades y adultos que rodean a los menores, y evitar que estén en situaciones donde puedan quedar vulnerables, como quedar solos con desconocidos o aceptar regalos de extraños. También implica revisar su educación digital: comentarles los riesgos que existen, como el grooming, el sexting y los engaños en redes sociales, y vigilar que no entren a sitios que les perturben o lastimen.
Y sobre todo: escuchar y creer en su palabra. Se ha demostrado de muchas formas, y no deberíamos tener que decirlo, que un infante no tiene la capacidad de inventar algo tan perturbador como un abuso. Creerles es de suma importancia. Si un menor denuncia abuso, es esencial escuchar sin juzgar, decirle que no tiene la culpa de lo acontecido y, por supuesto, atender la situación desde el respeto a su cuerpo, su sentir y persona, con contención amorosa.
Y, por último, en caso lamentable de vivir algo así, tener en cuenta cuáles son los accesos a servicios especializados que existen: proveer atención médica, psicológica y legal de manera oportuna, incluyendo servicios para la interrupción legal del embarazo en casos de violación, según lo estipulado por la NOM-046 en México.
Hablar del abuso no es fácil, es doloroso e inquietante, pero no hablarlo solo nos deja carentes de formas de actuar, algo que no podemos seguir permitiendo. Es por ello que, en estas fechas que implican reuniones y convivios con muchas personas, debemos estar alerta con nuestras niñas y niños, que no merecen más que vivir en plenitud. Procuremos no dejarlos solos y enseñarles la importancia de saber proteger su cuerpo desde un lugar que les de herramientas con ternura radical, el cuidado y el amor.