Ana María. Escucho su nombre y recuerdo a una de mis ancestras, quien también se llamaba Ana María. Al oírlo, veo su rostro sonriente y sus ojos profundos. Me pregunto: ¿Qué sueños tenía Ana para su vida? Una pregunta que nunca podremos responder, porque un día le arrebataron la vida. Su expareja la asesinó cuando tenía apenas 18 años.
Hoy, su madre, Ximena Céspedes, ha decidido que no quiere seguir contando la historia de mujeres que perdemos a causa de la violencia patriarcal. En cambio, ha tomado un rumbo distinto: busca prevenir estos actos brutales y detenerlos a tiempo. Como muchas madres, tristemente, es víctima de esta violencia, pero ha decidido actuar desde un lugar donde aún podemos hacer la diferencia.
Ximena es fundadora de Naná, una organización dedicada a concientizar y educar sobre la violencia. En ese sentido, el pasado martes 25 de febrero, en el Museo Memoria y Tolerancia y en conjunto con Mexicanos Primero, presentó No + violencia, un programa y herramienta para la prevención de la violencia en etapas clave del desarrollo, como la adolescencia. Paola Vázquez, de Mexicanos Primero, destacó la urgente necesidad de «construir esfuerzos e instrumentos desde la educación».
Tanto Ximena como Paola y el resto de quienes hicieron posible este programa, coincidieron en que los hallazgos de su investigación deben ser atendidos. Según las cifras mencionadas, al menos 7 de cada 10 adolescentes han vivido violencia en el noviazgo. Por ello, han decidido prevenir y educar para «desaprender conductas no sanas» y entender que «la violencia no es un destino, sino un problema que podemos transformar».
Ximena mencionó que, como madre, ha utilizado la historia de su hija para identificar y actuar, para brindar herramientas concretas y romper el círculo antes de que sea tarde. En memoria de su hija, recordó que Ana María, cada vez que duda o necesita apoyo, se le presenta en forma de colibrí, como un mensaje de que este es el camino correcto.