Jamás había visto una expresión de amor no correspondido como la que presencié durante la presentación del 2 de julio del ballet de Giselle en la Sala Miguel Covarrubias, a cargo de la Compañía Nacional de Danza

El amor no correspondido es una de las penas más grandes que pueden perseguir a cualquier ser humano. Se han escrito miles de libros, canciones, películas, obras de teatro que relatan las emociones que acompañan a quien decide enamorarse, aún sabiendo de las imposibilidades de poder recibir amor de vuelta. Pero sin duda, la interpretación de Giselle de Greta Elizondo, primera bailarina de la Compañía Nacional de Danza, logra envolvernos en una tragedia que nos invita a cuestionar hasta donde debería de ser permitido que el amor llegue.

El ballet trata de una joven campesina, con una enfermedad del corazón, que está enamorada de Albrecht, un conde disfrazado de pueblerino que está comprometido con Bathilde, hija del príncipe del reino, aunque esto nadie más lo sabe, mucho menos la propia Giselle, quien se encuentra embelesada con su amado, con quien también está prometida, aunque sólo comparte las más tímidas e inocentes miradas con él.

Giselle admirando a Albretch. Foto por: Angélica Mayorga

Al mismo tiempo, tenemos a Hilarión, un jóven cazador del pueblo, quien dice encontrarse enamorado de Giselle, por lo que busca acabar con su relación con Albretch a como dé lugar. La oportunidad se le presenta luego de que el sirviente de Albrecht esconde su capa y espada (símbolos de la nobleza) en un desván, el cuál Hilarión revisa, dándose cuenta de la mentira y decidiendo desvelarla a todo el pueblo aprovechando la visita de la corte al pueblo por la Fiesta del Vino. 

Hilarión mostrando a Giselle pruebas del estatus de Albrecht. Foto por: Angélica Mayorga

Así, luego de que Giselle es coronada Reina del Festival del Vino, Hilarión llama a la nobleza para desenmascarar a Albrecht, sin saber que su plan destapará otro secreto: dentro de los visitantes nobles, se encuentra la propia Bathilde, quien se alegra al ver a su prometido de entre la multitud, sin saber que dicho prometido lo comparte con la joven con la que tan solo horas antes había compartido la dicha de estar comprometidas.

Albrecht con Bathilde y Giselle interrumpiendo al descubrir la verdad. Fotos por: Angélica Mayorga

El encuentro se realiza frente a los ojos de la propia Giselle, quien desgarrada por esta desilusión amorosa, entra en un estado de shock y negación que la llevan a la locura, a un frenesí tan grande que termina afectando su frágil corazón, precipitandola hacia su muerte.

La muerte de Giselle. Foto por: Angélica Mayorga

Vemos entonces que la historia, aunque dramatizada, es común y aplicable en muchos casos actuales de romances y traiciones. Es por ello que la Compañía Nacional de Danza continúa presentandola, y el público sigue aclamandola: muestra realidades que siguen vigentes. 

Más aún, el ballet de Giselle muestra pasiones que parecen inherentes a la condición humana y con las que cualquiera se puede identificar. No obstante, esto nos abre a preguntar: ¿cuáles son esas pasiones que nos son tan cercanas?, ¿deberían de seguir siendo tan cercanas a nuestra sociedad? ¿Qué interpretaciones se encuentran ocultas en las acciones justificadas por amor? ¿Acaso seguimos entendiendo el amor de la misma forma?

Pasión 1: El deseo

Así como en el mundo capitalista debe de existir la diferenciación entre lo que se quiere y lo que se necesita, en el romance debe de hacerse la misma distinción: no es lo mismo amar a alguien que desear a la persona. Desafortunadamente esta confusión sucede más seguido de lo normal, y el caso de Hilarión, Giselle y Albrecht no es la excepción.

Todas las acciones que suceden a lo largo del primer acto (anteriormente descrito), se ven impulsadas por una pasión en común: el deseo. Más en concreto, por el deseo de Hilarión en obtener la atención y los afectos de Giselle.

Su necesidad de mostrarse superior moralmente a un conde, de reducir su imagen frente al pueblo, sobrepasa cualquier contemplación que tenga con Giselle y sus sentimientos, llevándolo a que ignore la posibilidad de dejar que la vida corra su curso, o de enfocarse en la felicidad de la que dice es su amor, en lugar de buscar su beneficio propio.

No obstante y aunque muchas personas consideran a Hilarión como el villano, está presente también el deseo egoísta de Albrecht por la belleza e inocencia de Giselle, sin importarle que ya tenga a alguien más como su prometida.

Aún entendiendo algunas de las normas sociales de la época, en donde los matrimonios arreglados eran lo común y los matrimonios por amor, una rareza, se puede esperar un poco de honestidad para quien potencialmente sería la amante, de ese modo, se le deja la decisión a la mujer, en este caso a Giselle, de aceptar ser “la otra”, por voluntad y no por engaño u obligación.

El deseo cegó a ambos hombres, haciéndolos olvidarse de que, quien ama realmente, no busca dañar, sino que procura la felicidad de la otra persona, dejándole decidir y respetando sus elecciones.

Hilarión con Giselle (izquierda), Albrecht con Giselle (derecha). Fotos por: Angélica Mayorga.

Pasión 2: El costo de la ira y el odio

Giselle fue convertida en un simple objeto de deseo por ambos hombres, llevándolos a justificar sus acciones por medio del amor que le decían tener; en el caso de Hilarión, era una justificación de su ira y odio hacia Albrecht, mientras que este último quizá solamente buscaba algo que le permitiera salir de las restricciones de ser conde.

De cualquier forma, las pasiones de la ira y el odio, tuvieron como consecuencia el sacrificio de aquello que ambos juraban amar sobre todas las cosas: la misma Giselle. Así, vemos cómo estas dos pasiones, aunadas al mito romántico de que el amor es lo más importante y justifica cualquier mal, llevaron a que Hilarión tomara la decisión de desenmascarar al amado de Giselle, llevando todo a un trágico final.

Hilarión (arriba) y Albrecht (abajo) visitando la tumba de Giselle. Fotos por: Angélica Mayorga.

Las willis ¿mujeres vengativas o vengadoras?

Las protagonistas del segundo acto son, sin duda, las willis, espíritus de novias que fueron abandonadas por sus parejas antes de morir trágicamente, quienes, lideradas por su reina Myrtha, salen a la medianoche a cazar hombres para hacerles bailar hasta llevarlos a su muerte, como una forma de venganza contra quienes las dañaron en vida.

Si bien no se aclara si estos espíritus cazan indistintamente o no, lo que se alcanza a ver en la interpretación del ballet es que solamente se ocupan de realizar justica para sus integrantes, es por ello que sus víctimas fueron Hilarión y Albretch tras iniciar a Giselle como una willi, pues fueron quienes por su egoísmo, condujeron a una mujer inocente a la tumba. 

Iniciación de Giselle como parte de las willis. Foto por: Angélica Mayorga

Si bien es verdad que no se debe de tomar justicia por cuenta propia, en la historia de Giselle, similar a tantas otras, en donde un hombre se aprovecha de una mujer para satisfacer sus propios intereses, el rol que toman Myrtha y las willis es bastante simbólico: vemos la unión femenina frente a la amenaza contra una hermana, en un sistema en donde son los hombres a quienes se les permite todo y se les beneficia en todo.

Aunque Giselle acepta el castigo que Myrtha pone contra Hilarión, y no interviene cuando lo conducen a bailar hasta la muerte, pues al parecer lo concibe como el originario de su pena, quien la llevó con su noticia a la tumba, cuando llega el turno de Albrecht, Giselle se niega a dejar que lo castiguen. 

Las willis negandole el perdón a Hilarión. Foto por: Angélica Mayorga.

A pesar del daño que Albrecht le causó a Giselle al ocultarle la verdad sobre su origen como conde y su compromiso con otra, pues de no haber mentido, Hilarión no habría tenido armas para lastimarla y llevarla a la locura, ella no permite que lo lastimen, ni tampoco lo concibe como partícipe en su muerte.

Cegada bajo la idea de que todo se hizo por amor, que el amor que sentía Albrecht por ella fue tan fuerte que no pudo negarlo a pesar de tener a otra, ella se interpone ante las willis, impidiendo que le hagan bailar hasta la muerte, acompañándolo en la danza y ayudandole a resistir hasta el amanecer, momento en el cual los espíritus desaparecen.

Giselle impidiendo que las willis ataquen a Albrecht. Fotos por: Angélica Mayorga.

Este detalle en el ballet es muy importante, pues da muestra de las consecuencias que tiene el asumir los mitos del amor romántico como verdades indiscutibles. La inocencia de Giselle, sumado a las creencias sociales de la época, la llevaron a desconocer por completo las acciones egoístas de Albrecht, dejándola centrada solamente en el amor en el que ella tanto creía.

Con lo anterior, podemos reconocer que las willis no eran mujeres malvadas vengativas, por el contrario, ahora, fuera de la influencia del amor romántico, pueden ser vistas como las vengadoras de las injusticias causadas por hombres que no conocen el amor, solo las pasiones que giran alrededor de él, permitiéndoles acercarse a un símil de amor, pero sin llegar a conocerlo verdaderamente.

Es una defensa contra alguien que no concibe la necesidad de la misma, pero no por ello no la necesita. representando la incondicionalidad de la sororidad femenina. Aunque también es discutible el derecho de defender si no se ha solicitado tal defensa.

La pasión unificadora: El Amor

A lo largo de todo el ballet, el elemento constantemente presente es el amor: el de Hilarión y Albretch por Giselle, el de Giselle por Albretch, incluso el de Bathilde por Albretch, todos ellos forman un tejido de creencias y pasiones que se unen para construir la tragedia del ballet.

Más interesante aún, se puede concluir que, en realidad, es el amor el verdadero villano de la historia. El amor no correspondido, pero más aún, el amor mal entendido, esa sombra que se le dice amor, pero en realidad es deseo, ira, tristeza, egoísmo, es el que dirigió las acciones de cada personaje hasta finalizar con la separación definitiva de Giselle de los otros dos por la muerte.

El amor no es ciego, son las personas que desconocen cómo amar sin que las pasiones y el romanticismo intervengan y corrompan el afecto genuino que puede existir entre dos personas, el que daña una relación. Por eso es importante contemplar narraciones como estas, pues el hecho de que sigan siendo relevantes, revelan que la sociedad aún conserva estos valores, aún se tienen nociones equivocadas de lo que es amar, aún se cree que el amor justifica todos los males, en lugar de pensar que el amor debe de ser un lugar seguro y sincero.