¿Dónde se encuentran las madres buscadoras?
Bien se dice que una madre encuentra todo lo que sus hijas e hijos pierden: camisas, llaves, zapatos, algún objeto perdido en el camino. Ahora, lo que las madres buscan es su vida. Una labor que nunca debió ser suya se convirtió en el catalizador histórico de la justicia en México, justicia que poco a poco, ha sido arrebatada de las manos de la ciudadanía.
El nombre de “madres buscadoras” ha sonado fuertemente en todos lados tras los eventos ocurridos en Teuchitlán, Jalisco. Lo que encontraron fueron los restos de un infierno donde crimen organizado, gobierno e impunidad, convergen en armonía para detonar muerte y destrucción.
¿Qué hace que las familias tomen el papel de las autoridades para encontrar a su gente? La respuesta va más allá del nulo interés de las instituciones por resolver los casos de desaparición. Es el reflejo de una cultura de violencia y corrupción que atraviesa las formas de socialización en un país como México:
Según un artículo del 2020, El crimen organizado y la fragilidad institucional como condicionantes del desarrollo para la Revista Facultad de Ciencias Económicas de la UNAM, para entender al crimen organizado hay que tomar en cuenta tres puntos clave: a) la construcción del poder a través de la violencia, b) la asociación entre organizaciones criminales y líderes institucionales del Estado; y c), la tendencia –del crimen organizado– a corromper la institucionalidad y el espacio público. Es así que todas las personas terminan directa o indirectamente involucradas en las lógicas del crimen y por ello, se debe hacer algo al respecto.
Toda institución es incierta, todo procedimiento está viciado y toda ley se vuelve prescindible. “Porque mientras los edificios de gobierno estén cerrados y envallados, las familias estamos encontrando a nuestros familiares que fueron desaparecidos y abandonados por el Estado Mexicano”, declaró el Colectivo Hasta Encontrarles CDMX.
Las madres buscadoras y sus colectivos no han parado de crecer desde 2006, cuando el expresidente Felipe Calderón lanzó su infame «guerra contra el narco», la misma que dio vida a los mecanismos de violencia que persisten en el presente. En 2017 ocurrió un evento extraordinario: el Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México logró la aprobación de Ley General en Materia de Desaparición y el Sistema Nacional de Búsqueda en la Cámara de Diputados. Demostrando quiénes son realmente las personas que impulsan la justicia en este país.
Su participación en brigadas de búsqueda ha destapado lo que todos los gobiernos han intentado ocultar bajo tierra. Según declaraciones de Ceci Flores, líder del colectivo Madres Buscadoras de Sonora, entre 2019 y 2022, encontraron mil 300 personas con vida y mil 230 sepultadas en fosas clandestinas. Pierden, denuncian, buscan y, si son afortunadas, encuentran; si no, son condenadas a llevar con dolor el nombre de sus familiares en el pecho hasta la tumba. Pero aquí la suerte no existe: resisten en la realidad.
Su existencia supone una verdad incómoda: la negligencia y la posible complicidad de las autoridades con el crimen organizado. Son la prueba viviente de que los mecanismos de prevención y búsqueda han fallado, de que el sistema de justicia y seguridad en México no se sobrepone a los intereses del capital garantizados por el narco y el Estado.
Buscadores de Jalisco, colectivo de las madres y responsables del hallazgo en el Rancho Izaguirre, alertaron en sus cuentas oficiales una campaña de desprestigio a través de materiales falsos en audio y video. Los ataques son multidireccionales, lo único que se sabe es que mientras algunos protegen sus espaldas, ellas y las familias están cada vez más desprotegidas.
Dos semanas después de que las buscadoras encontrarán el primer zapato en dicho rancho, la autoridad tomó control del lugar. Poco después, manifestaron en distintos medios presentes que la escena había sido limpiada, implicando la posible manipulación de pruebas. La Fiscalía General de la República (FGR) había invitado a medios de comunicación y grupos de búsqueda a ver cómo estaban haciendo su trabajo. En otras palabras, parecía un intento de contradicción a lo establecido en el caso.
Mientras que la presidenta Claudia Sheinbaum decía en su mañanera: “Que digan qué vieron”, las madres, desesperadas, soltaban: “Se están burlando de nuestro dolor”. Convirtieron el sitio en una atracción mediática y prepararon el terreno para resaltar sus propias narrativas.
Los intentos de desestabilización demuestran que las buscadoras poseen un poder particular, pocas veces visto en México, el cual radica en su posicionamiento inquebrantable: no buscan dinero, no buscan fama, no buscan victorias, buscan a sus familiares. Y cuando el amor por un ser querido es el principal motor, no hay forma de detenerlas. A ellas les han quitado todo, hasta el miedo.