Camila Gómez, una niña de apenas ocho años de edad, fue hallada sin vida después de ser reportada como desaparecida el 27 de marzo en Taxco, Guerrero. 

El caso de la menor ha sacudido la amnesia de todo México. Una vez más, somos testigos de otra fractura en una sociedad rota. Habitamos en un territorio lleno de fosas clandestinas, de impunidad y violencia feminicida.

Una presunta responsable fue linchada el 28 de marzo, a manos de los habitantes de Taxco, en un intento de búsqueda pronta de justicia. De la misma manera, hay un hombre presuntamente implicado en el delito, pues fue quien informó a las autoridades en dónde habían dejado el cuerpo sin vida de la pequeña.

Camila se suma a las cifras de mujeres y niñas víctimas de feminicidio en México. Una vez más hay despojo de voz, libertad, seguridad, cuerpo y vida. Camila fue arrebatada de su esfera privada, y  su cuerpo fue exhibido en la vía pública. Este país es solo una urbe en que se fragua la violencia sistemática contra las mujeres, contra las mujeres adultas y contra las niñas.

La muerte de Camila es una crisis de la violencia e impunidad que azota a un país en aras de la búsqueda de justicia y políticas públicas judiciales que atiendan la protección de sectores vulnerables.

¿En qué momento podemos hablar de justicia o venganza? Para los taxqueños, ha significado la búsqueda de justicia por mano propia ante la omisión de las autoridades mexicanas, quienes tienen una base bien sustentada en la incompetencia policial y la impunidad de los delitos.

Si bien es repudiable saber que el Estado no cuida a las niñas ni a las mujeres de cualquier edad, también lo es que la mirada de México está rota; que la voz de las mujeres es intentada callar por un sistema que las revictimiza, que no las busca y las olvida. Es repudiable que las autoridades no se preocupen, y que tampoco se ocupen en fortalecer un territorio seguro para las infancias y las mujeres.

Camila, sin olvido todo está vivo. 

Compete guardar(te) memoria. Que tu nombre, que el nombre de las demás niñas y mujeres resuene en cada espacio de las procuradurías, en el Estado y en la ciudadanía mexicana. Camila Gómez, que tu nombre quede grabado en la voz del pueblo; ese pueblo que grita y busca justicia, ese pueblo que aún guarda esperanza.