Se estima que, a nivel mundial, al menos una de cada 78 mujeres desarrollará cáncer de ovario en algún momento de su vida, y la mayoría podría no saberlo hasta que sea demasiado tarde. Así lo advierten cifras del Observatorio Global de Cáncer (GLOBOCAN) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Esta estadística no solo estremece por su crudeza, sino porque pone sobre la mesa una verdad incómoda: ¿qué cuerpos cuentan para la medicina?

El 8 de mayo, Día Mundial del Cáncer de Ovario, importa. No solo por la estadística, sino porque visibiliza una de las problemáticas más urgentes y silenciadas en la salud ginecológica: un cáncer sin detección temprana eficaz, sin síntomas claros, y fuera de las campañas masivas de salud.

¿Por qué? Porque los órganos reproductores de las mujeres han sido históricamente ignorados, malentendidos o reducidos a su función de maternidad. ¿Qué cuerpos cuentan para la medicina? ¿Cuántos saberes han sido borrados? ¿Cuántas muertes evitables seguimos normalizando?

🧬 Un enemigo silencioso

Aunque el cáncer de ovario es el séptimo más común entre las mujeres a nivel mundial y uno de los más letales, más del 70% de los casos se detectan en etapas avanzadas, cuando las posibilidades de sobrevivencia disminuyen drásticamente.

Y aunque aún no hay pruebas totalmente verificadas, estudios recientes lo relacionan con otras enfermedades que también habitan en el terreno de la ignorancia médica: el Síndrome de Ovario Poliquístico (SOP), la endometriosis, y los quistes ováricos. Condiciones mal diagnosticadas, estigmatizadas o simplemente ignoradas por siglos.

📚 Autoras que han cuestionado la invisibilización de la medicina

Desde el feminismo, muchas autoras han puesto nombre y denuncia a esta omisión histórica. La investigadora británica Elinor Cleghorn, en Unwell Women, lo dice con claridad:

“La historia de la medicina es la historia de cómo los cuerpos de las mujeres fueron malinterpretados, ignorados, y reducidos a sus órganos reproductivos.”

Cleghorn no solo lo escribe desde la teoría: ella misma fue paciente durante años con una enfermedad crónica mal diagnosticada, y su experiencia personal es reflejo de un sistema médico que no escucha, no cree y no investiga.

Maya Dusenbery, en Doing Harm, lo nombra de forma brutal:

“El sistema médico está lleno de ‘no sabemos’ cuando se trata de enfermedades que afectan principalmente a mujeres. No porque no puedan saberse, sino porque no se ha considerado importante saberlo”.

🌿 Reivindicar nuestras cuerpas un acto de resistencia

A pesar de la gravedad de sus cifras, el cáncer de ovario sigue sin ser parte de las conversaciones cotidianas sobre salud. No aparece en campañas masivas de salud, ni en los chequeos ginecológicos rutinarios. Y eso también es político, porque lo que no se visibiliza, no se prioriza.

Frente a ese silencio, nombrar nuestras cuerpas y nuestro conocimiento sobre ellas permite mapear el camino hacia una medicina integral que reconozca nuestros saberes como parte importante en el autoconocimiento de las enfermedades que aquejan a las cuerpas feminizadas. Este camino incluye trazar una ruta de inversión en salud con enfoque de género, exigir investigaciones serias sobre las enfermedades que nos afectan, y promover políticas públicas que brinden protocolos de detección accesibles y diagnósticos con dignidad.

El cáncer de ovario, como el resto de las enfermedades que imposibilitan la vida de las mujeres, requiere una medicina que atienda la prevención, visibilización y atención integral de manera eficaz. Nuestras cuerpas merecen ser vistas y atendidas.